José Moñino y Redondo, conocido como el Conde de Floridablanca, nació en Murcia el 21 de octubre de 1728. Proveniente de una familia de hidalgos, su padre, José Moñino y Gómez, ejercía como notario mayor diocesano en la ciudad. Desde joven, José mostró una inclinación hacia el estudio, iniciando su formación en el Seminario Mayor de San Fulgencio en Murcia y continuándola en la Universidad de Orihuela, donde se graduó en Leyes. Posteriormente, se doctoró en Derecho en la Universidad de Salamanca, lo que le permitió ejercer como abogado junto a su padre durante un tiempo.
Su carrera política despegó en 1766 cuando fue nombrado fiscal de lo criminal en el Consejo de Castilla. En este rol, se destacó por su firmeza durante el motín de Esquilache en Cuenca y por su colaboración en la expulsión de los jesuitas en 1767. Estas acciones le valieron el reconocimiento de la Corona, y en 1772 fue designado embajador plenipotenciario ante la Santa Sede. Durante su estancia en Roma, logró influir en el Papa Clemente XIV para la disolución definitiva de la Compañía de Jesús en 1773, año en que Carlos III le otorgó el título de Conde de Floridablanca.
Contexto Histórico: La Murcia del Siglo XVIII
En el siglo XVIII, Murcia experimentó un notable crecimiento económico y demográfico. La expansión agrícola, impulsada por la ampliación de la huerta y la incorporación de nuevos cultivos de secano, llevó a la aparición de asentamientos que hoy conocemos como pedanías. Este auge permitió que la población alcanzara los 70.000 habitantes hacia finales de la centuria, casi triplicando la cifra de principios de siglo. Además, la industria de la seda cobró especial relevancia, destacando la creación en 1770 de la Real Fábrica de Hilar Sedas a la Piamontesa, reflejo del dinamismo económico de la región.
Este contexto de prosperidad se reflejó en el ámbito cultural y artístico. La ciudad se embelleció con iglesias y palacios barrocos, y vio florecer el talento de artistas como Francisco Salzillo, cuyas esculturas aún hoy son emblema del patrimonio murciano. En este entorno nació José Moñino y Redondo, quien más tarde sería conocido como el Conde de Floridablanca. La efervescencia cultural y el espíritu ilustrado de la época sin duda influyeron en su formación y en su posterior compromiso con las reformas que marcarían su trayectoria política.
Floridablanca en la Corte: Reformas y Logros
José Moñino y Redondo, más conocido como el conde de Floridablanca, desempeñó un papel crucial en la corte borbónica durante el reinado de Carlos III. Su gestión se caracterizó por una serie de reformas administrativas y políticas que buscaban modernizar España bajo los principios de la Ilustración.
Una de sus iniciativas más destacadas fue la creación de la Junta Suprema de Estado en 1787, un órgano que coordinaba las distintas secretarías y que puede considerarse un antecedente del actual Consejo de Ministros. Esta medida buscaba centralizar y agilizar la toma de decisiones en el gobierno.
En el ámbito económico, Floridablanca impulsó el Reglamento de Libre Comercio de 1778, que abrió 13 puertos en España y 24 en América al comercio, rompiendo con el monopolio comercial existente y fomentando el desarrollo económico de las colonias y la metrópoli.
En política exterior, su estrategia se centró en fortalecer la posición de España frente a Gran Bretaña. Durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1779-1783), España, bajo su dirección, apoyó a las colonias rebeldes, logrando recuperar Menorca en 1782 y Florida en 1783. Sin embargo, el intento de tomar Gibraltar no tuvo éxito.
A pesar de su inclinación ilustrada, Floridablanca mostró reticencias hacia las ideas revolucionarias francesas, temiendo que pudieran desestabilizar el orden establecido en España. Esta postura conservadora marcó el final de su carrera política, siendo destituido en 1792 y encarcelado bajo acusaciones de corrupción y abuso de autoridad.
Curiosidades y Vida Personal del Conde de Floridablanca
José Moñino y Redondo, conocido como el Conde de Floridablanca, nació en Murcia en 1728 y siempre mantuvo un profundo vínculo con su ciudad natal. A pesar de alcanzar las más altas esferas del poder en España, nunca olvidó sus raíces humildes. De hecho, cuando Carlos III le otorgó el título de conde en 1773, Moñino eligió el nombre ‘Floridablanca’ en honor a una finca familiar en Alquerías, reflejando su apego a la tierra que lo vio crecer.
Su carácter afable y cercano se manifestaba en su trato cotidiano. Tras su retiro de la vida pública, se le veía pasear por las estrechas calles de Murcia, vestido de manera sencilla y conversando con los hortelanos locales con la misma llaneza que con dignatarios. Esta sencillez contrastaba con su imagen de estadista, mostrando una faceta más humana y accesible.
El Legado del Conde de Floridablanca en Murcia y España
José Moñino y Redondo, más conocido como el Conde de Floridablanca, dejó una huella imborrable tanto en su Murcia natal como en el conjunto de España. En Murcia, su legado se materializa en el emblemático Jardín de Floridablanca, el primer jardín público de España, creado en el siglo XIX. Este espacio verde, situado en el barrio del Carmen, alberga una estatua en su honor, obra de Santiago Baglietto, erigida en 1848. Además, el palacio que mandó construir en la plaza Ceballos, hoy transformado en el Hotel Arco de San Juan, es testimonio de su presencia en la ciudad. (, )
A nivel nacional, la influencia de Floridablanca fue determinante en la modernización de España durante el reinado de Carlos III. Impulsó la creación de infraestructuras clave, como la Dirección General de Caminos en 1785, sentando las bases para la red de carreteras que conectaría el país. Su papel en la política exterior también fue notable; por ejemplo, facilitó el apoyo español a la independencia de Estados Unidos mediante una estrategia de financiación discreta y efectiva. (, )
Hoy en día, su legado histórico en Murcia y su influencia en España se mantienen vivos. El Jardín de Floridablanca fue declarado Bien de Interés Cultural en 2017, reconociendo su valor histórico y cultural. Además, exposiciones como ‘Floridablanca. La sombra de un rey’, celebrada en 2019, han profundizado en su figura y contribuciones. Recordar y valorar a figuras como Floridablanca nos permite comprender mejor nuestra historia y apreciar las bases sobre las que se construye nuestro presente. (, )
Floridablanca en el Arte: Retrato y Simbolismo
El retrato más emblemático del conde de Floridablanca es, sin duda, el que Francisco de Goya pintó en 1783. En esta obra, el conde aparece de pie, elegantemente vestido con un traje de terciopelo rojo y la banda de la Orden del Espíritu Santo, símbolo de su alta posición. A su derecha, Goya se autorretrata presentándole un lienzo, mientras que al fondo se observa un retrato ovalado de Carlos III, subrayando la conexión entre el monarca y su ministro. Este retrato no solo destaca por su calidad artística, sino también por el simbolismo histórico que encierra: representa el poder y la influencia de Floridablanca en la corte, así como su apoyo a las artes y su papel en la modernización de España. Curiosamente, Goya solicitó discreción sobre este encargo, lo que sugiere la delicadeza de las relaciones políticas de la época.