Cartagena, con su puerto natural y ubicación privilegiada en el Mediterráneo, ha sido históricamente un punto clave para la defensa costera. Las baterías de costa de Cartagena son fortificaciones diseñadas para proteger la ciudad de posibles invasiones marítimas, reflejando la importancia estratégica de la región. Este conjunto de estructuras, que incluye castillos, fuertes y baterías antiaéreas, constituye un valioso patrimonio militar de Murcia. En mayo de 2025, el Ministerio de Cultura adjudicó la redacción de un Plan Director para la recuperación de estas baterías, con una inversión de 177.308 euros, marcando un paso significativo en su conservación. Este esfuerzo subraya la relevancia de preservar y revitalizar estas estructuras, no solo por su valor histórico, sino también por su potencial turístico y cultural. Sin embargo, la magnitud de la tarea plantea interrogantes sobre los plazos y recursos necesarios para su completa restauración.
Origen y desarrollo de las baterías de costa en Cartagena
Desde tiempos inmemoriales, Cartagena ha sido un enclave estratégico en el Mediterráneo. Su puerto natural y su posición privilegiada la convirtieron en un objetivo codiciado por diversas potencias. Para protegerse de incursiones marítimas, se comenzaron a erigir fortificaciones costeras desde el siglo XVII. Un ejemplo temprano es la Batería de Trincabotijas, construida en 1641, considerada la primera batería de costa de la ciudad. Estas estructuras iniciales eran relativamente simples, pero sentaron las bases para un sistema defensivo más complejo.
A medida que avanzaba la tecnología naval y aumentaban las amenazas, especialmente durante el siglo XIX, se hizo evidente la necesidad de modernizar las defensas. En 1860, se implementó un plan de defensa que incluía la construcción y mejora de varias baterías. La Batería de Santa Ana, por ejemplo, fue reformada en esta época para adaptarse a las nuevas exigencias militares. Estas fortificaciones no solo protegían el puerto, sino que también controlaban puntos estratégicos como la bahía de Escombreras y las ensenadas cercanas.
El siglo XX trajo consigo conflictos bélicos que pusieron a prueba estas defensas. Durante la Guerra Civil Española, baterías como la de La Parajola jugaron roles cruciales. En 1939, esta batería fue responsable del hundimiento del buque Castillo de Olite, en uno de los episodios más trágicos de la historia naval española. Este evento subraya la importancia de las baterías costeras en la defensa naval de la Región de Murcia y su papel en la historia militar de Cartagena.
Principales baterías de costa de Cartagena: Castillitos, Cenizas y La Parajola
Cartagena, con su estratégica ubicación en el Mediterráneo, ha sido históricamente un punto clave en la defensa costera de España. Entre las numerosas fortificaciones que salpican su litoral, destacan tres baterías que, por su importancia y singularidad, merecen una atención especial: la Batería de Castillitos, la Batería de Cenizas y la Batería de La Parajola. Cada una de ellas no solo refleja la evolución de la arquitectura militar, sino también episodios cruciales de la historia española.
Batería de Castillitos
Ubicada en el Cabo Tiñoso, a unos 250 metros sobre el nivel del mar, la Batería de Castillitos fue construida entre 1933 y 1936 como parte del plan de defensa de la dictadura de Primo de Rivera. Su misión principal era proteger la entrada a la bahía de Cartagena, en conjunto con la Batería de Cenizas, creando un fuego cruzado que disuadiera cualquier intento de invasión. Lo que realmente llama la atención es su arquitectura: una fachada que imita un castillo medieval, con torres almenadas y muros de piedra que se integran perfectamente en el paisaje rocoso circundante. Esta elección estilística no solo buscaba camuflar la estructura, sino también dotarla de una presencia imponente. Equipadas con dos cañones Vickers de 38,1 cm, capaces de disparar proyectiles de casi una tonelada a distancias de hasta 35 kilómetros, estas piezas representaban lo último en tecnología militar de la época. Sin embargo, a pesar de su potencial destructivo, solo se tiene constancia de un disparo real durante la Guerra Civil Española, en abril de 1937, dirigido contra la armada franquista. Tras su desactivación en 1994, la batería ha sufrido un progresivo deterioro. Organizaciones como AFORCA han alertado sobre el estado de sus estructuras y la necesidad de intervenciones para su conservación. A pesar de ello, sigue siendo un destino popular para senderistas y amantes de la historia, ofreciendo vistas panorámicas inigualables de la costa murciana.
Batería de Cenizas
Situada en el monte de las Cenizas, dentro de la diputación de Rincón de San Ginés, la Batería de Cenizas fue construida entre 1930 y 1934, siguiendo el mismo plan defensivo que su homóloga en Castillitos. Su función era complementar la defensa de la bahía de Cartagena, formando un sistema de fuego cruzado que dificultara la entrada de fuerzas enemigas. Arquitectónicamente, destaca por su pórtico de entrada, inspirado en la ciudad maya de Chichén Itzá, reflejando un estilo posclásico mesoamericano poco común en construcciones militares europeas. Al igual que Castillitos, estaba equipada con dos cañones Vickers de 38,1 cm, con capacidades de alcance y potencia similares. Durante la Guerra Civil, jugó un papel crucial al mantener alejada a la armada franquista de la base naval republicana. Sin embargo, con los avances tecnológicos posteriores, su relevancia estratégica disminuyó, y fue desactivada en 1994. Desde entonces, la batería ha sufrido un notable deterioro, siendo incluida en la Lista Roja de patrimonio en peligro por la asociación Hispania Nostra en 2014. A pesar de su estado, sigue siendo un punto de interés para quienes buscan explorar las fortalezas de Cartagena y conocer más sobre su historia militar.
Batería de La Parajola
Ubicada en el monte de Galeras, dentro de la diputación de Canteras, la Batería de La Parajola fue proyectada y construida en 1926 como parte del cinturón defensivo de Cartagena. Es especialmente conocida por su papel durante la Guerra Civil Española, cuando, en marzo de 1939, uno de sus disparos hundió el buque Castillo de Olite, resultando en una de las mayores tragedias navales de la historia de España, con la pérdida de 1.476 vidas. Arquitectónicamente, La Parajola presenta influencias del Antiguo Egipto, visibles en las fachadas de sus repuestos y depósitos de munición, así como en los pilonos de la entrada. Esta elección estilística le confiere una singularidad dentro del conjunto de baterías costeras de Cartagena. Equipada con cuatro cañones de 152,4 mm fabricados bajo licencia de Vickers-Armstrongs, su función era proteger la base naval de posibles ataques marítimos. Desactivada en 1994, su acceso permanece restringido al encontrarse en una zona militar, lo que ha contribuido a su deterioro. En 2014, fue incluida en la Lista Roja de patrimonio en peligro por Hispania Nostra, subrayando la necesidad de esfuerzos para su conservación y posible apertura al público en el futuro.
El papel de las baterías de costa en la Guerra Civil y el hundimiento del Castillo Olite
El 7 de marzo de 1939, en los estertores de la Guerra Civil Española, se produjo uno de los episodios más trágicos en las aguas de Cartagena: el hundimiento del buque franquista Castillo Olite. Este navío, que transportaba más de 2.000 soldados, se dirigía a la ciudad bajo la errónea creencia de que ya había sido tomada por las fuerzas sublevadas. Sin embargo, la realidad era distinta: la batería de costa de La Parajola, aún leal al gobierno republicano, mantenía su posición defensiva. Al avistar el buque, la batería abrió fuego, y un proyectil impactó directamente en la santabárbara del Castillo Olite, provocando su hundimiento casi inmediato. El balance fue devastador: 1.476 muertos, 342 heridos y 294 prisioneros, convirtiéndose en la mayor tragedia naval de la Guerra Civil Española.
Este suceso subraya la importancia estratégica de las baterías de costa durante el conflicto. Estas fortificaciones no solo protegían las ciudades y puertos de posibles invasiones marítimas, sino que también desempeñaban un papel crucial en el control territorial y en la disuasión de ataques enemigos. La tragedia del Castillo Olite es un recordatorio de cómo, incluso en los momentos finales de la guerra, la información errónea y la falta de comunicación podían resultar fatales. Hoy en día, las baterías de costa de Cartagena, como La Parajola, se erigen como monumentos históricos que nos invitan a reflexionar sobre los horrores de la guerra y la importancia de preservar la memoria colectiva para evitar que tales desastres se repitan.
Estado de conservación y futuro de las baterías de costa en Cartagena
Las baterías de costa de Cartagena, testigos silenciosos de la historia militar, presentan un estado de conservación variado. Algunas, como la Batería de San Leandro, han sido objeto de proyectos de restauración recientes, mientras que otras, como la Batería de Cenizas, sufren un deterioro progresivo. Este panorama refleja la necesidad urgente de intervenciones coordinadas para preservar este valioso patrimonio.
En mayo de 2025, el Ministerio de Cultura adjudicó la redacción del Plan Director para las baterías de costa históricas de Cartagena, con el objetivo de revitalizar estos espacios y definir usos futuros que integren conservación y turismo. Este plan busca no solo restaurar las estructuras, sino también convertirlas en centros de interpretación y atracción turística, subrayando su importancia como recursos culturales y económicos para la región.
Curiosidades y rutas para visitar las baterías de costa de Cartagena
Las baterías de costa de Cartagena encierran historias y detalles que sorprenden a quienes las visitan. Por ejemplo, la Batería de Castillitos, construida entre 1933 y 1936, destaca por su arquitectura que imita un castillo medieval, con torres almenadas que se mimetizan con el entorno rocoso. Sus cañones Vickers de 38,1 cm, capaces de disparar proyectiles de casi una tonelada a más de 35 kilómetros, son testigos mudos de su pasado defensivo. Otra joya es la Batería de Cenizas, cuya entrada está inspirada en el Templo de los Guerreros de Chichén Itzá, con serpientes emplumadas que evocan a Kukulkán. Estas fortificaciones no solo protegían la bahía, sino que también reflejaban influencias culturales y artísticas en su diseño.
Para los entusiastas del turismo militar en Cartagena, se recomiendan dos rutas principales. La primera parte desde Cartagena hacia La Azohía, tomando el desvío hacia Campillo de Adentro y siguiendo la carretera hasta la Batería de Castillitos. Este trayecto ofrece vistas panorámicas y culmina en una fortificación que parece sacada de un cuento. La segunda ruta comienza en la carretera que une Los Belones con Portmán; desde allí, un sendero de aproximadamente 6 kilómetros lleva a la Batería de Cenizas, atravesando parajes naturales que enriquecen la experiencia. Es esencial llevar calzado adecuado, agua y respetar el entorno, recordando que estas estructuras son parte del patrimonio histórico y merecen ser conservadas para las futuras generaciones.