Diego Mateo Zapata, nacido en Murcia en 1664, fue un destacado médico y filósofo español del siglo XVII. Proveniente de una familia de judeoconversos, su vida estuvo marcada por la persecución religiosa y su incansable búsqueda del conocimiento. En una época en la que la Inquisición ejercía un control férreo sobre la sociedad, Zapata emergió como una figura clave en la renovación científica de España.
Desde joven, Zapata mostró una determinación inquebrantable por superar las adversidades impuestas por su origen. A pesar de las restricciones sociales y religiosas, logró formarse en las universidades de Valencia y Alcalá, donde estudió Filosofía y Medicina, respectivamente. Su participación en tertulias intelectuales en Madrid, como las del marqués de Mondéjar y Nicolás Antonio, le permitió conectar con las corrientes científicas más avanzadas de su tiempo.
La biografía de Diego Mateo Zapata es un testimonio de superación y modernidad científica. A pesar de las persecuciones y los desafíos, su legado perdura como ejemplo de resistencia y contribución al avance de la medicina y la filosofía en España. ¿Cómo logró, en un entorno tan hostil, convertirse en un referente de la Ilustración y la medicina española? La respuesta reside en su inquebrantable pasión por el conocimiento y su valentía para desafiar las normas establecidas.
Contexto histórico y social de Diego Mateo Zapata
En la España de los siglos XVII y XVIII, los judeoconversos, o cristianos nuevos, vivían bajo una constante sospecha de la Inquisición. A pesar de su conversión al cristianismo, muchos eran acusados de practicar en secreto el judaísmo, lo que los convertía en blancos frecuentes del Santo Oficio. Este clima de desconfianza y persecución afectó profundamente a familias como la de Diego Mateo Zapata, cuyos padres fueron procesados por judaizantes cuando él tenía apenas catorce años. Su madre, Clara de Mercado, fue condenada y sus bienes confiscados, aunque posteriormente fue liberada y pudo regresar al hogar.
La presión social y religiosa sobre los médicos conversos era especialmente intensa. La medicina, considerada una profesión de prestigio, estaba bajo el escrutinio de la Inquisición, que temía que los conocimientos científicos pudieran ser utilizados para cuestionar la ortodoxia religiosa. Zapata, a pesar de su brillante carrera y de haber tratado a figuras influyentes de la corte de Felipe V, no escapó a esta vigilancia. En 1721, fue arrestado y procesado por el Santo Oficio en Cuenca, acusado de judaizar. Tras cuatro años de prisión, fue condenado a doscientos azotes y al destierro de su ciudad natal, Murcia, así como de Cuenca y la corte.
Paralelamente, la Ilustración comenzaba a abrirse paso en España, promoviendo el pensamiento científico y racional. Murcia, aunque tradicionalmente conservadora, no fue ajena a estos cambios. La ciudad se convirtió en un escenario donde las nuevas ideas científicas y filosóficas empezaban a debatirse, aunque con cautela debido a la omnipresente vigilancia inquisitorial. Zapata, como médico ilustrado, se encontraba en la encrucijada entre la tradición y la modernidad, intentando conciliar su práctica médica con las nuevas corrientes científicas que emergían en Europa.
Trayectoria profesional y aportaciones médicas de Diego Mateo Zapata
Diego Mateo Zapata, nacido en Murcia en 1664, inició su formación académica en Filosofía en la Universidad de Valencia y posteriormente se trasladó a la Universidad de Alcalá para estudiar Medicina. Allí, fue discípulo de Francisco Enríquez de Villacorta, también de origen judío converso. Tras completar sus estudios, alrededor de 1686, se incorporó al Hospital General y de la Pasión de Madrid, donde comenzó a ejercer como médico. Durante este período, participó en tertulias intelectuales organizadas por figuras como el marqués de Mondéjar y Nicolás Antonio, lo que le permitió integrarse en los círculos científicos más avanzados de la época.
Inicialmente, Zapata defendió las doctrinas galénicas tradicionales, como se refleja en su obra «Verdadera apología de la Medicina racional» (1690), donde rebatió las ideas de José Gazola y Juan de Cabriada. Sin embargo, su pensamiento evolucionó hacia una postura más crítica del galenismo, abogando por la incorporación de la iatroquímica y la experimentación empírica en la práctica médica. En 1701, publicó «Crisis médica sobre el antimonio», defendiendo el uso de remedios químicos frente a la resistencia de los galenistas. Además, en 1716, prologó los «Diálogos filosóficos en defensa del atomismo» de Alejandro de Avendaño, donde cuestionó la filosofía natural aristotélica y promovió el atomismo como base para entender los fenómenos naturales.
Las contribuciones de Zapata tuvieron un impacto significativo en la medicina española y murciana. Su participación en la fundación de la Regia Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla en 1700, de la que fue presidente en 1702, marcó un hito en la institucionalización de la medicina moderna en España. Además, su obra «Disertación médico-teológica» (1733) introdujo nuevas técnicas obstétricas, como la cesárea, y abordó cuestiones de deontología y medicina legal. A pesar de las persecuciones de la Inquisición, que lo acusó de judaizante y lo sometió a tortura en 1721, Zapata continuó ejerciendo y difundiendo sus ideas, dejando un legado que influyó en la transición hacia una medicina más científica y menos dogmática en España.
Persecución, polémicas y curiosidades en la vida de Diego Mateo Zapata
La vida de Diego Mateo Zapata estuvo marcada por la constante vigilancia de la Inquisición debido a su ascendencia judeoconversa y su inclinación hacia ideas médicas y filosóficas innovadoras. Desde joven, fue testigo del encarcelamiento de su madre, Clara de Mercado, acusada de judaizar, lo que sin duda dejó una profunda huella en él. A pesar de su prestigio como médico en la corte de Carlos II y su papel en la fundación de la Regia Sociedad de Medicina de Sevilla, en 1721 fue arrestado en Cuenca bajo la acusación de practicar el judaísmo en secreto. Tras cuatro años de prisión, fue condenado a 200 azotes y al destierro de Madrid, Murcia y Cuenca por diez años. Sin embargo, gracias a la protección de influyentes figuras como el Duque de Medinaceli, pudo regresar a Madrid y continuar con su práctica médica.
Zapata no solo enfrentó la persecución religiosa, sino también intensas polémicas académicas. Inicialmente defensor del galenismo, criticó la teoría de la circulación sanguínea de William Harvey en su obra «Verdadera apología de la Medicina racional» (1690). Sin embargo, con el tiempo, adoptó una postura más moderna, defendiendo el uso de la farmacología química y el método racional en medicina. Esta evolución le valió acusaciones de jansenismo, una corriente teológica considerada herética por la Iglesia, debido a su énfasis en la razón y la crítica a las doctrinas tradicionales. Su obra «Ocaso de las formas aristotélicas» (1745) fue prohibida por la Inquisición, reflejando la tensión entre las nuevas ideas científicas y las autoridades religiosas de la época.
A pesar de las adversidades, Zapata mantuvo una vida social activa en Murcia y Madrid. Se sabe que frecuentaba tertulias intelectuales donde debatía con otros médicos y filósofos sobre los avances científicos de su tiempo. Una curiosidad es que, a pesar de su formación y práctica en Madrid, siempre mantuvo un fuerte vínculo con su ciudad natal, Murcia, contribuyendo económicamente a la reconstrucción de la iglesia de San Nicolás de Bari en 1742. Además, su biblioteca personal, confiscada en parte por la Inquisición, contaba con alrededor de 600 volúmenes, reflejando su insaciable sed de conocimiento y su compromiso con la difusión de ideas ilustradas.
Legado y relevancia actual de Diego Mateo Zapata
Diego Mateo Zapata, nacido en Murcia en 1664, fue un médico y filósofo que desafió las corrientes tradicionales de su época, convirtiéndose en una figura clave en la renovación científica española del siglo XVIII. Inicialmente defensor del galenismo, evolucionó hacia posturas más innovadoras, abogando por la iatroquímica y cuestionando las formas aristotélicas. Su participación en la fundación de la Regia Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla en 1700, y su obra «Crisis médica sobre el antimonio» (1701), reflejan su compromiso con la modernización de la medicina en España. A pesar de las persecuciones de la Inquisición, su influencia perduró, sentando las bases para una práctica médica más empírica y menos dogmática.
Hoy en día, las ideas de Zapata siguen resonando en la medicina contemporánea. Su defensa de la observación y la experiencia como pilares del conocimiento médico anticipó enfoques científicos actuales. En Murcia, su legado se mantiene vivo; por ejemplo, la iglesia de San Nicolás de Bari, que él ayudó a reconstruir en 1742, sigue siendo un símbolo de su compromiso con su ciudad natal. Sin embargo, ¿se le reconoce lo suficiente? Algunos historiadores señalan que su figura merece mayor atención en la cultura murciana, considerando su impacto en la historia de la ciencia en España.
Imagen de Diego Mateo Zapata: El médico ilustrado de Murcia
Diego Mateo Zapata, nacido en Murcia en 1664, es una figura que encarna la complejidad de su tiempo. Médico y filósofo, su vida estuvo marcada por la brillantez intelectual y las adversidades derivadas de su origen judeoconverso. Desde joven, mostró una inclinación hacia el conocimiento, estudiando Filosofía en la Universidad de Valencia y Medicina en la de Alcalá. Sin embargo, su camino no fue sencillo; la Inquisición persiguió a su familia, y él mismo fue acusado de judaizante en varias ocasiones. A pesar de ello, Zapata se destacó en la corte madrileña, atendiendo a figuras de alto rango y participando activamente en la renovación científica de España. Su legado incluye obras como «Verdadera apología de la Medicina racional» y «Ocaso de las formas aristotélicas», que reflejan su evolución desde el galenismo hacia posturas más innovadoras. Además, su generosidad se manifestó en la financiación de la reconstrucción de la iglesia de San Nicolás en Murcia, donde fue bautizado. La vida de Zapata es un testimonio de resistencia y contribución al avance del pensamiento médico y filosófico en una época de intensos cambios y desafíos.