La Muralla Púnica de Cartagena es uno de los vestigios más significativos de la antigua Qart Hadasht, fundada por el general cartaginés Asdrúbal el Bello en el año 227 a.C. . Esta imponente fortificación, construida con bloques de arenisca local, no solo protegía la ciudad, sino que también fue testigo de eventos cruciales durante la Segunda Guerra Púnica, como el asedio y posterior conquista por parte de las fuerzas romanas lideradas por Escipión el Africano en 209 a.C. .
Hoy en día, la Muralla Púnica atrae a numerosos turistas y estudiosos interesados en la historia de Cartagena y en las murallas históricas que han definido su paisaje urbano. Gracias al Centro de Interpretación de la Muralla Púnica, los visitantes pueden sumergirse en el pasado de la ciudad y apreciar de cerca esta obra maestra de la ingeniería militar antigua.
Origen y Construcción de la Muralla Púnica de Cartagena
En el año 227 a.C., el general cartaginés Asdrúbal el Bello fundó Qart Hadasht, sobre un asentamiento ibérico previo conocido como Mastia. La ciudad, situada en una península rodeada por una bahía y flanqueada por cinco colinas, ofrecía una posición estratégica inmejorable para el control del Mediterráneo occidental. Esta ubicación privilegiada no solo facilitaba el comercio y la navegación, sino que también proporcionaba una defensa natural contra posibles invasores.
Conscientes de la importancia de proteger este enclave, los cartagineses decidieron fortificar Qart Hadasht con una muralla que rodeara la ciudad. La construcción de murallas era una práctica común en la ingeniería cartaginesa, especialmente en asentamientos de relevancia estratégica. La muralla de Cartagena, siguiendo modelos helenísticos, consistía en un doble paramento paralelo de piedra arenisca local, conocida como tabaire, alcanzando en algunos puntos más de tres metros de altura. Este diseño no solo ofrecía solidez estructural, sino que también permitía albergar espacios internos utilizados para almacenamiento o refugio de tropas.
Curiosamente, al comparar esta muralla con otras de la época, se observa que, aunque las técnicas constructivas eran similares, la elección de materiales variaba según la región. Por ejemplo, en otras fortificaciones púnicas se empleaban mampostería o el opus quadratum púnico, mientras que en Cartagena se optó por la arenisca local, adaptándose a los recursos disponibles. Este enfoque demuestra la capacidad de los ingenieros cartagineses para adaptar sus conocimientos a las particularidades de cada territorio, optimizando tanto la funcionalidad como la eficiencia en la construcción de murallas.
La Muralla Púnica de Cartagena en el Contexto de las Guerras Púnicas
La Muralla Púnica de Cartagena, construida en el siglo III a.C., fue una pieza clave en la defensa de Qart Hadasht durante la Segunda Guerra Púnica. Esta fortificación, con sus imponentes muros de más de 10 metros de altura, protegía la ciudad de los ataques romanos, especialmente durante el asedio liderado por Publio Cornelio Escipión en el 209 a.C. La muralla no solo servía como barrera física, sino que también albergaba a soldados y animales, como elefantes y caballos, en sus dos niveles, demostrando la sofisticación de la arquitectura militar cartaginesa.
Durante el asedio de Cartagena, Escipión el Africano implementó una estrategia combinada de ataque por tierra y mar. Aprovechando la bajamar de la laguna de El Almarjal, las tropas romanas lograron infiltrarse por el norte de la ciudad, mientras que la flota atacaba desde el sur. Este movimiento sorpresa permitió a los romanos escalar las murallas y abrir las puertas para el resto del ejército, resultando en la caída de Qart Hadasht. Este episodio subraya la importancia de la muralla en la defensa de la ciudad y cómo, a pesar de su solidez, la combinación de tácticas innovadoras y condiciones naturales adversas pueden determinar el resultado de un asedio.
La relevancia de la Muralla Púnica trasciende su función defensiva; es un testimonio de la ingeniería militar cartaginesa y de la importancia estratégica de Qart Hadasht en el Mediterráneo occidental. La ciudad, fundada por Asdrúbal el Bello en el 227 a.C., se convirtió en la principal base de operaciones de Cartago en la península ibérica. La muralla, con su doble línea de defensa y compartimentos internos, refleja la influencia de modelos helenísticos y la adaptación a las necesidades militares de la época. Hoy en día, los restos de esta fortificación, descubiertos en 1987, ofrecen una ventana al pasado y permiten comprender mejor las dinámicas de poder y conflicto en el Mediterráneo antiguo.
Descubrimiento Arqueológico y Estado de Conservación
En 1987, durante las obras para la construcción de un aparcamiento en Cartagena, se descubrió un tramo de la muralla púnica de Qart Hadasht, la antigua Cartagena. Este hallazgo reveló una estructura defensiva de doble paramento, construida con bloques de arenisca local, conocida como «tabaire». La muralla, que data del siglo III a.C., se extiende a lo largo de 30 metros y alcanza una altura de más de tres metros en algunos puntos.
Las excavaciones arqueológicas realizadas en 1987 y 1989 permitieron documentar la estructura de la muralla y recuperar diversos materiales cerámicos que ayudaron a datar la construcción. Los métodos empleados incluyeron la estratigrafía y el análisis tipológico de los materiales encontrados. Además, se hallaron indicios de un incendio, posiblemente relacionado con la conquista romana de la ciudad en 209 a.C.
Para garantizar la conservación de este importante vestigio, se creó el Centro de Interpretación de la Muralla Púnica, que protege los restos y ofrece al público una visión detallada de la historia de Cartagena. El centro integra la muralla en la vida cultural de la ciudad, permitiendo a los visitantes explorar tanto la estructura defensiva como la cripta funeraria de la antigua Ermita de San José, construida en el siglo XVII sobre la muralla. Esta musealización ha sido clave para la conservación de monumentos y la difusión del patrimonio arqueológico en Cartagena.
Curiosidades y Legado de la Muralla Púnica de Cartagena
La Muralla Púnica de Cartagena, construida en el siglo III a.C., esconde entre sus piedras historias y detalles que a menudo pasan desapercibidos. Por ejemplo, durante las excavaciones realizadas en 1987, se descubrieron indicios de un incendio en la estructura, posiblemente relacionado con la feroz batalla que llevó a la toma de la ciudad por el general romano Publio Cornelio Escipión.
Además, en el mismo yacimiento se halló la cripta funeraria de la desaparecida Ermita de San José, construida en los siglos XVII y XVIII. Esta cripta alberga 110 nichos y está decorada con pinturas que representan la «Danza de la Muerte», una temática que recuerda la fugacidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte. Es fascinante cómo, en un mismo lugar, convergen vestigios de diferentes épocas, desde la Cartagena púnica hasta el barroco español.
La muralla no solo ha sido testigo de conflictos y cambios a lo largo de los siglos, sino que también ha influido profundamente en la identidad local. Su presencia es un recordatorio constante del legado cartaginés y del papel crucial que Cartagena ha desempeñado en la historia de Murcia y del Mediterráneo. Hoy en día, la muralla sigue siendo un símbolo de la ciudad, atrayendo a visitantes y estudiosos que buscan conectar con su rico pasado.