La historia del vino en Jumilla se remonta a más de 5.000 años, situando a esta región como una de las cunas más antiguas de la viticultura en Europa. En 1978, se descubrieron en Jumilla las pepitas de vitis vinifera más antiguas del continente, datadas alrededor del 3.000 a.C. . Este hallazgo sugiere que los primeros habitantes de la zona ya cultivaban la vid, integrando el vino en su vida cotidiana.
La presencia de la vid en Jumilla no se limita a la prehistoria. Durante la época íbera, en el siglo IV a.C., se elaboraban joyas con motivos vinícolas, como unos pendientes de oro en forma de racimo de uva encontrados en la necrópolis de Coimbra del Barranco Ancho . Estos objetos reflejan la importancia cultural y económica que el vino tenía en la sociedad íbera.
Con la llegada de los romanos, la tradición vitivinícola de Jumilla se consolidó aún más. Los romanos promovieron el cultivo de la vid y la producción de vino, estableciendo técnicas y conocimientos que perduraron a lo largo de los siglos. Este legado ha dejado una huella indeleble en la región, convirtiendo a Jumilla en un referente histórico del vino en el sureste de España.
Evolución histórica de la producción vinícola: de Roma a la Edad Media
La historia del viñedo en Jumilla es un fascinante viaje a través del tiempo, donde cada época ha dejado su huella en la producción vinícola de la región.
Durante la época romana, el cultivo de la vid en Jumilla experimentó un notable auge. Los romanos, grandes aficionados al vino, implementaron técnicas avanzadas de viticultura y vinificación, promoviendo el comercio del vino a lo largo de sus vastas rutas comerciales. Se han hallado restos de cerámica romana en la zona, lo que sugiere una producción y distribución significativa de vino en ese período.
Con la llegada de los visigodos, aunque la producción vinícola disminuyó, los viñedos no desaparecieron por completo. La vid continuó siendo cultivada, principalmente para el consumo local y rituales religiosos. Curiosamente, durante la dominación musulmana, a pesar de las restricciones religiosas sobre el consumo de alcohol, el cultivo de la vid persistió. Los viñedos se mantuvieron, y la uva se utilizaba tanto como fruta fresca como para la elaboración de arrope, un dulce tradicional.
En la Edad Media, especialmente tras la Reconquista, la producción de vino en Jumilla se consolidó. Los monasterios jugaron un papel crucial en esta revitalización, ya que necesitaban vino para la celebración de la Eucaristía y fomentaron su cultivo. Además, la repoblación cristiana trajo consigo nuevas técnicas y una mayor demanda de vino, lo que impulsó aún más la viticultura en la región. Este período sentó las bases para la rica tradición vinícola que caracteriza a Jumilla en la actualidad.
La Monastrell y el terruño: secretos que definen a la Ruta del Vino de Jumilla
La uva Monastrell es el alma de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Jumilla, representando más del 80% de sus viñedos. Esta variedad autóctona española, también conocida internacionalmente como Mourvèdre, se ha adaptado perfectamente a las condiciones climáticas y edafológicas de la región. Sus racimos son compactos, con bayas de piel gruesa y color azul-negro, características que contribuyen a la producción de vinos potentes y expresivos, con un característico color violáceo y abundantes aromas frutales.
El terruño de Jumilla es otro factor determinante en la singularidad de sus vinos. Los suelos son mayoritariamente calizos, pobres en materia orgánica y con buena capacidad de retención hídrica, lo que permite a las vides sobrevivir en condiciones de sequía prolongada. El clima es semiárido, con inviernos fríos y veranos calurosos y secos, y una insolación que supera las 3.000 horas de sol al año. Estas condiciones extremas favorecen una viticultura sostenible, con viñedos resistentes que producen uvas de gran concentración y excelente equilibrio.
La combinación de la Monastrell y el terruño de Jumilla ha forjado vinos con una identidad única, reconocidos internacionalmente por su calidad y carácter distintivo. La resistencia de la Monastrell a la sequía y su capacidad para adaptarse a suelos pobres han sido clave en la producción de vinos equilibrados, con aromas de frutos negros y maduros, color intenso y estructura en boca. Este equilibrio entre variedad y entorno es, sin duda, el secreto del vino de Jumilla.
Curiosidades históricas y cultura del vino en Jumilla
La tradición vinícola de Jumilla se remonta a más de 5.000 años, como lo demuestran las pepitas de *vitis vinifera* halladas en yacimientos locales, consideradas las más antiguas de Europa. Además, se han encontrado pendientes de oro con forma de racimo de uva, datados en el siglo IV a.C., que reflejan la importancia del vino en la cultura íbera. Curiosamente, el Consejo Regulador de la DOP Jumilla utiliza réplicas de estos pendientes como trofeos en sus certámenes de vinos.
Las festividades en Jumilla son un claro reflejo de su profunda cultura vinícola. La Fiesta de la Vendimia, celebrada desde 1972, incluye eventos como la Gran Cabalgata del Vino, donde los participantes se bañan literalmente en vino, tiñendo las calles de morado. Esta celebración, que coincide con la feria de agosto, ha sido declarada de Interés Turístico Regional y atrae a miles de visitantes cada año.
En el ámbito gastronómico, Jumilla ofrece platos tradicionales que maridan a la perfección con sus vinos. El gazpacho jumillano, de origen judío, se elabora con torta de harina de trigo sin fermentar, carne de caza y caracoles serranos. Otro plato destacado es la gachamiga, preparada con ajo, agua, harina, aceite y sal, ideal para los meses fríos. Estos manjares, junto con dulces como los sequillos y las pirusas, son testimonio de una rica tradición culinaria que complementa la cultura vinícola de la región.
La Ruta del Vino de Jumilla en la actualidad: legado que perdura
La Ruta del Vino de Jumilla se ha consolidado como un pilar fundamental del enoturismo en la región, atrayendo a miles de visitantes cada año. En 2024, las rutas del vino de Jumilla, Bullas y Yecla recibieron conjuntamente a 80.000 turistas, reflejando un crecimiento constante en el interés por el legado vinícola de la zona.
Las bodegas locales desempeñan un papel crucial en esta proyección internacional. Por ejemplo, en 2025, el vino Casa Castillo Pie Franco 2022 obtuvo 98+ puntos en The Wine Advocate, situándose como el mejor calificado de la zona mediterránea y central del sureste español. Este tipo de reconocimientos no solo elevan la reputación de los vinos de Jumilla, sino que también impulsan el enoturismo, ya que los aficionados al vino buscan experimentar de primera mano la calidad y tradición que ofrece la región.
Eventos como ‘Matavendimia’, celebrados anualmente, combinan degustaciones, catas didácticas y actividades culturales, ofreciendo una inmersión completa en la cultura vinícola local. Estas iniciativas no solo celebran la cosecha, sino que también fortalecen el vínculo entre la comunidad y su herencia vitivinícola. Así, la Ruta del Vino de Jumilla no solo preserva su rica historia, sino que la proyecta hacia el futuro, invitando a todos a descubrir y redescubrir su esencia a través del vino.